
Para muchos realizadores, el cortometraje supone un primer paso en su carrera profesional, y un ensayo de los conocimientos adquiridos, en el cual puede permitirse la “prueba y error”. En muchas ocasiones, el rodaje de un corto es similar a una “revalida” llevada a cabo con un grupo de amigos que desarrollan un proyecto sin las presiones de las productoras.
En Guardamar, esta actividad además cuenta con la ventaja de que los alumnos pueden llevar a cabo todo el proceso sin correr el riesgo económico que supone para los realizadores poner en marcha el rodaje de un corto. Durante esta semana, los alumnos están desarrollando el guión y todo el proceso técnico y creativo que supone rodar un corto, al que titularán “Contrachat”, que narra la historia de amor por Internet.. El próximo sábado, en el acto de clausura, tendrán la oportunidad de mostrar el resultado al resto de alumnos de la universidad de verano. La semana pasada ya se realizó un corto en este mismo módulo, titulado “Pudo ser bonito…”, que cuenta una curiosa historia de amor entre dos ladrones.
El cortometraje se ha convertido en los últimos años en un género propio, con gran aceptación por parte del público. Muchos festivales de cortometrajes proliferan por toda la geografía y suponen un trampolín perfecto para todos aquellos que desean dedicarse profesionalmente al séptimo arte.
Ricardo Macián, director del módulo, es realizador de documentales como “Los ojos de Ariana”, un arriesgado proyecto de un grupo de valencianos que viajaron hasta Kabul para narrar la hazaña de nueve trabajadores afganos que salvaron de la destrucción el archivo fílmico de su país. También colaboran en el módulo Joan Durá, realizador de Canal 9 y Paco Checa, reportero gráfico de Canal 9.
1 comentario:
Otra cerveza...
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