
El curso intenta que los jóvenes aprendan a realizar recetas fáciles, económicas y rápidas, que les permitan llevar una dieta sana y equilibrada. Desde el curso se aboga por abandonar los malos hábitos alimenticios, como la cocina precocinada y las pizzas, muy frecuente entre los alumnos.
La estructura que sigue el curso es elaborar cada día un menú compuesto por platos ricos en vitaminas, hidratos de carbono, proteínas y glucosa. Los lípidos están presentes en “todas las recetas ya que están elaboradas con aceite de oliva, la única grasa que se utiliza en este curso”, afirma Verónica Pérez. La dinámica de trabajo es por equipos, donde cada uno se encarga de elaborar uno de los cuatro platos que se realizan durante el día. Normalmente, el entrante suele ser una ensalada fresca, de primer plato se elabora una receta basada en los hidratos de carbono (alubias, arroz, patatas, etc.), el segundo plato contiene proteínas (carne o pescado) y la glucosa la encontramos en el postre.

Los participantes de este taller se esfuerzan en la elaboración de cada uno de los platos. Según las cocineras, los alumnos están mostrando mucho entusiasmo en el curso, que ha tenido una gran afluencia. Cabe destacar el interés que muestran los alumnos extranjeros por los productos autóctonos, por saber si es posible conseguirlos en su país, con el fin de poder adaptarlos a la cocina de sus lugares de origen. Verónica Pérez asegura que “la cocina, aunque es autóctona también es internacional, únicamente cambiará su sabor pero la base es la misma”.
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